
Caminar por Medellín
Te invito a caminar por Medellín. Te invito a ver los colores y las sonrisas de las gentes, la arquitectura auténtica y el verde de los árboles. Te invito a caminar por Medellín, como una apuesta de confianza en tu ciudad, en saber que, si eres prudente y sabes manejar bien los horarios, la ciudad es propicia para el caminante… Y no solo propicia, sino satisfactoria.
Yo, si fuera tú, empezaría en el centro. Me tomaría un cappuccino en Simone Café Colombo, observando la ciudad desde esa bella terraza. Luego caminaría hasta el Parque del Periodista, por una cerveza. Bajaría unas cuadras, por La Playa, atravesaría La Oriental y buscaría Carabobo. Me iría caminando por allí, hacia el sur, hasta llegar al Parque de Las Luces, donde
Seguiría por La Alpujarra hasta llegar al Edificio Inteligente, para encontrar el anhelado descanso de Parques del Río. Me dejaría hipnotizar por el río Medellín, disfrutaría de los árboles y el paisaje. Ahí me quedaría un rato, leyendo, dejando que Medellín se desarrolle, densa, ocupada y ruidosa en otros lugares y disfrutando de la calma que ofrece este espacio.
Cuando se vaya el sol me iría caminando hasta San Juan para tomar la 65 derecho hasta Colombia: Carlos E. Restrepo me espera. Allí siempre encontraré algún amigo… Y si no, solo el barrio y la música ya son buena compañía. Terminaría el día entre micheladas y guitarra.
No siempre hay brisa en esta ciudad, a veces se ausenta, pero casi siempre lo atrapa a uno en alguna avenida y lo despeina casi amorosamente.
Si yo fuera tú, me sentiría orgulloso de haber sido parido por este pedazo de tierra. Somos personas inteligentes y pujantes, somos espíritus llenos de optimismo. Y aunque las noticias nacionales nos invitan a separarnos y a sentir miedo, los paisas nos resistimos a ver al otro como enemigo. Y siempre, siempre decimos: «¿En qué te puedo ayudar?». La actitud de un paisa, constantemente, es: «Hola. ¿Cómo puedo mejorar tu existencia el día de hoy?».
Medellín es linda y te prometo que la experiencia de caminarla es absolutamente romántica. Verás músicos callejeros, balcones llenos de plantas, mujeres mayores que fuman el último cigarrillo de la tarde mientras rezan el rosario en la puerta de su casa. Escucharás músicos practicando saxo y clarinete. Verás personas bailando en los semáforos.
Tiene muy buena fama caminar por Europa. Las calles de Barcelona, París y Milán son retratadas por los latinos constantemente, haciéndole venia al primer mundo. Creo que maduramos como latinos cuando entendemos que la idea de que Europa es mejor que Latinoamérica no es más que una ilusión óptica, arquitectónica. Sí, puede que el sistema financiero, gubernamental y de salud esté mejor organizado en otros lugares, pero, mi querido paisa: ellos no tienen esta sonrisa perpetua en los labios, esta bondad, esta alegría y estas ganas de ayudar constantes.
Sí, no tenemos el Museo Louvre, ni la Capilla Sixtina, ni la Sagrada Familia. Tenemos mango biche con sal, verduras y frutas frescas, tenemos ganas de bailar, tenemos fuego bajo la piel.
Te invito a caminar por Medellín, como una declaración de identidad, de fuerza, de orgullo. Te invito a dejarte conquistar por una ciudad que ha tenido una historia para algunos cuestionable, pero no por eso menos bella. Sí, es bella la historia de una ciudad que recibe golpes, pero sigue sonriendo, sigue manteniendo la chispa encendida, sigue encontrando razones para la esperanza.
Yo, si fuera tú, empezaría en el centro. Me tomaría un cappuccino en Simone Café Colombo, observando la ciudad desde esa bella terraza. Luego caminaría hasta el Parque del Periodista, por una cerveza. Bajaría unas cuadras, por La Playa, atravesaría La Oriental y buscaría Carabobo. Me iría caminando por allí, hacia el sur, hasta llegar al Parque de Las Luces, donde
Seguiría por La Alpujarra hasta llegar al Edificio Inteligente, para encontrar el anhelado descanso de Parques del Río. Me dejaría hipnotizar por el río Medellín, disfrutaría de los árboles y el paisaje. Ahí me quedaría un rato, leyendo, dejando que Medellín se desarrolle, densa, ocupada y ruidosa en otros lugares y disfrutando de la calma que ofrece este espacio.
Cuando se vaya el sol me iría caminando hasta San Juan para tomar la 65 derecho hasta Colombia: Carlos E. Restrepo me espera. Allí siempre encontraré algún amigo… Y si no, solo el barrio y la música ya son buena compañía. Terminaría el día entre micheladas y guitarra.
No siempre hay brisa en esta ciudad, a veces se ausenta, pero casi siempre lo atrapa a uno en alguna avenida y lo despeina casi amorosamente.
Si yo fuera tú, me sentiría orgulloso de haber sido parido por este pedazo de tierra. Somos personas inteligentes y pujantes, somos espíritus llenos de optimismo. Y aunque las noticias nacionales nos invitan a separarnos y a sentir miedo, los paisas nos resistimos a ver al otro como enemigo. Y siempre, siempre decimos: «¿En qué te puedo ayudar?». La actitud de un paisa, constantemente, es: «Hola. ¿Cómo puedo mejorar tu existencia el día de hoy?».
Medellín es linda y te prometo que la experiencia de caminarla es absolutamente romántica. Verás músicos callejeros, balcones llenos de plantas, mujeres mayores que fuman el último cigarrillo de la tarde mientras rezan el rosario en la puerta de su casa. Escucharás músicos practicando saxo y clarinete. Verás personas bailando en los semáforos.
Tiene muy buena fama caminar por Europa. Las calles de Barcelona, París y Milán son retratadas por los latinos constantemente, haciéndole venia al primer mundo. Creo que maduramos como latinos cuando entendemos que la idea de que Europa es mejor que Latinoamérica no es más que una ilusión óptica, arquitectónica. Sí, puede que el sistema financiero, gubernamental y de salud esté mejor organizado en otros lugares, pero, mi querido paisa: ellos no tienen esta sonrisa perpetua en los labios, esta bondad, esta alegría y estas ganas de ayudar constantes.
Sí, no tenemos el Museo Louvre, ni la Capilla Sixtina, ni la Sagrada Familia. Tenemos mango biche con sal, verduras y frutas frescas, tenemos ganas de bailar, tenemos fuego bajo la piel.
Te invito a caminar por Medellín, como una declaración de identidad, de fuerza, de orgullo. Te invito a dejarte conquistar por una ciudad que ha tenido una historia para algunos cuestionable, pero no por eso menos bella. Sí, es bella la historia de una ciudad que recibe golpes, pero sigue sonriendo, sigue manteniendo la chispa encendida, sigue encontrando razones para la esperanza.
Salomé Arango



