Oficios del Centro de Medellín: Técnico máquinas de escribir

Los oficios del Centro Serie Personajes inolvidables

En Infolocal nos fuimos de caminata por el Centro para descubrir esos personajes y oficios que le dan vida. A veces, vamos tan afanados que pasan desapercibidos, pero son ellos quienes hacen palpitar las calles y aceras más conocidas y transitadas de Medellín.

Ovidio Zapata:
El doctor de las máquinas de escribir

La oficina de don Ovidio huele a tinta, a salón de mecanografía del colegio, a la biblioteca del abuelo. A donde quiera que vayan los ojos hay máquinas de escribir, calculadoras, registradoras y otras herramientas que hoy se consideran objetos de colección, pero que antes eran elementos vitales para que las empresas funcionaran. Ese lugar en el octavo piso del Edificio Los Catíos es una máquina del tiempo.
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Una mesa, herramientas, algunos accesorios y un teléfono fijo. No necesitó más. Con eso comenzó su primer taller de reparación hace cerca de cincuenta años. Ovidio, que nació en Jericó, se trasladó a Medellín porque le interesaba más el funcionamiento de las máquinas que la agricultura, “¡es que me encanta su sistema!”. Y “tenía buena cabeza para esto”, tanto, que consiguió clientes muy pronto que lo han mantenido en el negocio a través de las décadas, aún en la actualidad cuando su oficio hace parte de los que la tecnología ha venido desplazando.

Es verdad, reconoce, que, primero las máquinas eléctricas y luego los computadores, bajaron el ritmo de su negocio, el de los aparatos que funcionaban con teclas, rodillos y cinta. Que las piezas ya no se consiguen tan fácil y que arreglar estos artefactos no es prioritario porque no detienen el funcionamiento de una institución. Es indudable que el público ha cambiado: las máquinas las buscan los coleccionistas.

En la mesa en la que trabaja ahora reposan sus anteojos, piezas de diferentes tamaños, el esqueleto de una máquina de escribir Brother modelo M300 y algunos tornillos, custodiados por una laminita del Corazón de Jesús pegada en la pared, cerca de la ventana desde donde se logra una vista del Centro protagonizada por el Edificio Coltejer. 

Las máquinas que llegan a sus manos deben ser lavadas con mucho cuidado, secarlas, lubricarlas, identificar los repuestos que requieren; desarmarlas, rectificar los rodillos, ensamblarlas de nuevo. Una labor milimétrica, artesana, que desempeña Ovidio ante los ojos admirados de quienes usaron alguna vez una de ellas para pasar un informe o que apenas si la conocen, pero quieren saber todo acerca de su funcionamiento, con admiración.

En “el apogeo” de su oficio, como lo llama, viajaba a otros municipios porque los bancos, los colegios y las notarías, entre otras entidades, lo requerían. Él, con juicio, aprovechó los buenos momentos para darle estabilidad a su familia y ahora toma con calma su quehacer, con un horario más flexible, un tintico con los colegas para reposar los ojos; salir temprano para irse a su casa que trasladó a una localidad cercana a Medellín, más calmada y natural, y para leer, porque siempre ha sido de libros.

Aunque el negocio se mueva más lento, su oficina aún está abierta y él es como el director de un museo que sabe mucho, que cuenta historias y que es capaz de hacernos querer, con todo el fervor, teclear de nuevo una carta en una máquina de escribir.

Esta serie… ¡Continuará!

No te pierdas las otras historias que te iremos contando, porque en Infolocal seguiremos con nuestras expediciones.

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