Oficios del Centro de Medellín: boticario

Los oficios del Centro Serie Personajes inolvidables

En Infolocal nos fuimos de caminata por el Centro para descubrir esos personajes y oficios que le dan vida. A veces, vamos tan afanados que pasan desapercibidos, pero son ellos quienes hacen palpitar las calles y aceras más conocidas y transitadas de Medellín.

Jesús Amado Montoya:
“Lo que no sé, lo aprendo”

El lugar en el que Jesús Amado tiene su mini tienda naturista es caótico: toda una cuadra de artículos religiosos, remedios caseros, oraciones, camándulas, racimos de hierbas, pañitos húmedos y una que otra fruta bajo la sombra de la gran estructura de la parroquia San José. En esa acera que da hacia la avenida Oriental se encuentra su colorido y fresco puesto.

 

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Muy cerca de donde él está sentado, envolviendo con un lazo un racimo de hojas, llega un bus a su paradero con todos los bombos y platillos, y su humo negro impregnándolo todo. Por fortuna, la oleada de smog se va rápido porque le ganan los aromas de la salvia, la ruda, la menta, la hierbabuena, el apio, el romero, el hinojo y otras plantas que cuelgan del techo o que reposan en el mostrador.

Las voces le hacen competencia a los motores; la música en un gran bafle de otro vendedor permea toda la calle, una campanada de vez en cuando, pasos de transeúntes afanados, ¡uff!, mucha contaminación auditiva, dice Jesús Amado, que extraña el Centro que se encontró hace más de cuatro décadas cuando comenzó a comercializar productos en sus puntos estratégicos. Sin embargo, se acostumbró; hay que ser flexibles, lo sabe él que le ha tocado pasar por varios tipos de ventas, de acuerdo con lo que necesite la gente y a lo que se adapte al bolsillo.

Con su mini tienda naturista, como él la llama, lleva poco, la abrió después de la pandemia, porque los meses de quietud y encierro le dejaron grandes pérdidas en su puesto de frutas. El negocio de las hierbas le parece bueno porque no se arriesga tanto, no corre contra el tiempo como con las frutas. “La gente busca de todo y aquí les vendemos de todo. Es que le digo una cosa, lo que no tengo, lo hago y lo que no sé, lo aprendo”, comenta entre risas.
Desde las 4:30 de la mañana comienza su labor, que se extiende hasta las 7:00 de la noche. Afirma que tiene clientes muy madrugadores y que a él mismo le encanta levantarse temprano. Entre sus productos más vendidos están la ruda, que “la piden mucho para baños, para ahuyentar las malas energías y para trapear la casa”, y el romero, “que se utiliza para muchas cosas, para el cabello, es la planta de la memoria, pero también tiene uso en la cocina y para dar sueño”.

A Jesús Amado se le puede pedir asesoría sobre cada yerba, que él sabrá dar porque ha estudiado con juicio sus tres libros de botánica, que son sus guías y, además, “tengo unos compañeros que saben mucho, entonces me transmiten la sapiencia, y aprendo de la gente que también le enseña a uno: 'Ah, que yo tomo esto para aquello', y así”.

“Buenas tardes, a la orden”, saluda a un cliente que se acerca con camisa veraniega.
Mi rey, ¿hojitas de guanábana?
Sí hay, claro. ¿Cuántas?
Dos paqueticos.
¿Qué más sería?
Así perfecto.
Cuatro mil pesos. Con mucho gusto y a la orden.

Regresa a su silla a seguir amarrando yerbas. Otro bus se parquea muy cerca. La bulla aumenta, casi es mediodía. Él ya piensa en el almuerzo, en una pequeña pausa para, luego, continuar. “No me gusta estar sin hacer nada, por eso madrugo tanto. Y estoy jovencito, voy para 73 años, apenas estoy empezando, jajaja”.

Esta serie… ¡Continuará!

No te pierdas las otras historias que te iremos contando, porque en Infolocal seguiremos con nuestras expediciones.

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